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Orejas

Fran y yo somos tan peliculeros que todo lo queremos probar.


Era Navidad, en una taberna cercana a casa, y nos dijeron que tenían cocido maragato como plato del día. No dudamos un momento, mientras yo le explicaba a Fran dónde estaba la Maragatería. Me encanta hablar de Geografía.


Entusiasmados por los tres platos que nos zampamos y teniendo a los dos días un viaje previsto por el Norte, buscamos en León el mejor restaurante para repetir plato.


El sitio era chulísimo, en plena Plaza Mayor. Nos trajeron un aperitivo con una tapa.


—Lengua de vaca.


Fran y yo nos miramos horrorizados.

Cuando el camarero vino a tomar nota y vio el plato sin estrenar, le expliqué.


—Verá, es que somos andaluces, y estas cosas nos dan un poco de grima.


—Ese prejuicio es puramente mental —afirmó, rotundo.


Así que cerré los ojos y me comí la lengua de vaca. Exquisita, si ponía la mente en blanco. Fran no movió un dedo.


Entonces llegó el cocido.


—Con 17 tipos de carne —tarareó—. Tiene oreja, pata, pezuña, morro...


—¡Pare usted, por favor!


Las orejas se distinguían tan bien que parecía que estuviesen esperando nuestra reacción.


—Nuestra capacidad de poner la mente en blanco es limitada —me disculpé.


...

(Pintura de Elly Smallwood)


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