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Halago

Estoy construyéndome una teoría simplona, como suelen ser las mías, que aún no tengo finiquitada.


Vendría a confirmar la naturaleza perversa del hombre a partir de los impulsos irracionales ante los halagos. Nada que no se sepa ya de la vanidad humana.


Pero sí, es cierto, a mi entender, que cuando recibimos un piropo, una crítica positiva o un reconocimiento inesperado, nuestra primera reacción, ésa que no se piensa y se elabora en décimas de segundo, es la de crecernos.


Luego, más tarde, la mayoría de las veces, viene el ataque, casi siempre falso, de humildad; y el agradecimiento. El tic primero, sin embargo, el que nos delata, es el de la egolatría y aumento de la caja torácica.


Como aún no tengo del todo elaborada mi teoría, no sé si es pesimista o no. ¿Es bueno que nuestra naturaleza más física tenga reflejos soberbios? ¿Es la rectificación posterior –humildad y agradecimiento- buena muestra de nuestra capacidad de corregir los impulsos egoístas?


Alabar lo bueno en el otro es una saludable terapia para practicar, cuando se dice de corazón y está bien argumentada. Recibir el halago, en cambio, es medicina a tomar con calma, admitiendo que el cosquilleo de felicidad que nos produce tiene que hacernos evolucionar hacia una mayor limpieza de espíritu.


Si alguien te admira, quizás lo más importante no sea sino esa persona que se fijó en ti.


...



(Pintura de Daniel F. Gerhartz)

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