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Cacharreo

No sé qué es el insomnio.

Desde que tengo uso de razón he dormido como un angelito. Suelo agarrar la almohada y coger una postura cómoda, que ya no suelto en toda la noche, para viajar por el universo de mis sueños.

Hay veces, cuando he cerveceado antes de acostarme, en que me levanto para ir al baño poco antes de amanecer y luego, con la casa en silencio, la cabeza empieza a dar vueltas, guerrillera, buscando la actividad de un nuevo día.

Inventé un método para engañarla, utilizándola de cómplice para conseguirlo.

Imaginé el sueño más dulce y la memoria lejana me llevó a nuestra vieja casa de la playa, a la hora tonta previa a la comida, los días en que yo me subía un poco antes, me duchaba y me tiraba en el sofá del gran salón-comedor. Entraba una brisa suave por la ventana abierta, por la que llegaban sonidos lejanos de los bañistas, que se confundían con los ruidos del cacharreo propio de las cocinas preparando el almuerzo. En esa casa grande apenas estaba yo, en la inmensidad de ese sofá, desde el que divisaba la mesa, enorme, porque todo es enorme cuando se vuela a la infancia, y el viejo televisor. Y las cortinas meciéndose al ritmo de un aire limpio.

Y ya estoy dormido. Feliz.

...

(Pintura de Dan Perry Jones)

Un recopilatorio en papel de mis relatos puedes encontrarlo aquí:


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