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Salvador Navarro

Felicidad

La felicidad se potencia diciéndotela.

Hay mañanas en las que ni el mundo se ha despertado y ya estoy haciéndome un café para preparar reuniones que sé que van a ser desagradables. Con la cafetera delante me planteo que estoy hasta los mismísimos de esos horarios cansinos, de toda una vida escuchando un despertador a horas inhumanas.

Entonces miro mi casa y me digo, ¡qué chula! Y pienso en quien duerme a mi lado y me digo, ¡qué suerte! Hago un repaso de la gente que vamos a ver durante la semana y saco una sonrisa. Me acuerdo de mi novela a punto de salir, de la buena salud que tengo, de la que tiene mi familia, de lo emocionado que está Fran con su negocio, mis hermanas con el Pilates, mi sobrino con sus estudios de Informática, mi Betis con sus partidazos; los maravillosos amigos que tengo, la alegría de la ciudad en la que vivo, la buena vida que me proporciona mi empresa, los viajes programados, la dorada que nos comeremos esa noche, los paseos que nos daremos por los escaparates de París en Navidad...

Dentro de 20 años, si tengo la suerte de vivir, la lista será otra, menos llena de mí y más de los otros, pero espero tener la lucidez suficiente, por entonces, para recitármela.

La felicidad hay que contársela a uno mismo porque, a veces, se nos olvida.

...

(Pintura de Christos Tsimaris)

Un recopilatorio en papel de mis relatos puedes encontrarlo aquí:


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