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Salvador Navarro

Teatro

Carmela nos habló de tres reglas:

* No vale pensar

* Hay que entenderlo como un juego

* Lo que pase aquí se queda aquí

Dije que sí porque era un terreno desconocido, creativo y emocional, porque he crecido estableciendo fronteras absurdas a mi propio cuerpo y por poner a prueba mi capacidad para expresar desde lo gestual.

El hecho de que la profesora y mis compañeros fuesen amigos podía ser una oportunidad, o lo contrario, formaba parte del reto.

En la primera jornada sudé como un pollo, no porque el ejercicio físico fuese intenso sino por mi incapacidad para abrirme a exteriorizar roles que no son míos, hablar en lenguajes inventados o exponerme sin pudor a los ojos de otros.

El sábado fue la segunda sesión y decidí que no cabían corsés. Si había que moverse como un bebé, gritar como si te hubiese tocado la lotería o comportarme como un vagabundo, tenía que hacerlo. No pensar y dejar actuar a las tripas. Si tenía que improvisar un encuentro en una galería de arte con personajes desconocidos o convertirme en un repartidor de pizzas a domicilio debía entrar en el juego.

Teatro como terapia.

Justo antes de empezar lo veía como un suplicio, pero con las carcajadas que vinieron luego empecé a admitir que puede ser un método para conocerme mejor y eliminar rigideces que anulan aspectos de mí desconocidos o repudiados.

El domingo fue la explosión de sirvengonzonería con el espectáculo final.

¡Qué grande se hizo mi vida cuando se cruzó por ella Carmela!

(Espero que esto no traicione la tercera de las reglas)

...

(Pintura de Marcel Nino)

Un recopilatorio en papel de mis relatos puedes encontrarlo aquí:


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