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Agujero

Agujero

He paseado estos últimos días por un verde pueblo japonés con un río grande y muchos niños de vacaciones. Lo he visto con los ojos de una joven perdida en la particular parálisis vital que le produjo decir que sí a su marido para iniciar una vida fuera de la ciudad, como ama de casa que no sabe freír un huevo.

Es una novela lenta, de olores y sabores, donde no pasa nunca nada. Toda una prueba para oponer a mis ritmos viscerales de querer hacer de todo siempre.

No sé qué me ha querido contar Hiroko, de hecho no sé si me ha gustado. Quiero dejarla reposar, por ver si vuelven a mi cabeza, como recuerdos, los paseos de la chica por el campo, en busca de insectos.

Sólo sé que he viajado por un pueblo japonés con un río muy grande.

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